Sócrates, al aceptar en su misticismo el concepto pitagórico de la ciencia como camino de purificación y liberación espiritual, presenta ya la idea del sabio que habría de predominar más tarde en la filosofía postaristotélica; la idea de un hábito y ejercicio de autodominio en que la ciencia o sabiduría se identifica con la fuerza del carácter, y la falta de ella con la debilidad espiritual que transforma al hombre en esclavo de los impulsos irracionales.
Rodolfo Mondolfo, Sócrates, Eudeba, Buenos Aires, 1996.
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