29 abril 2014

Inmortalidad

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o a castigarlo.


Jorge Luis Borges, El inmortal.

22 abril 2014

La alienación

Allá en los años mozos, fui cajero de banco.
Recuerdo, entre los clientes, a un fabricante de camisas. El gerente del banco le renovaba los préstamos por pura piedad. El pobre camisero vivía en perpetua zozobra. Sus camisas no estaban mal, pero nadie las compraba.
Una noche, el camisero fue visitado por un ángel. Al amanecer, cuando despertó, estaba iluminado. Se levantó de un salto.
Lo primero que hizo fue cambiar el nombre de su empresa, que pasó a llamarse Uruguay Sociedad Anónima, patriótico título cuyas siglas son: U.S.A. Lo segundo que hizo fue pegar en los cuellos de sus camisas una etiqueta que decía, y no mentía: Made in U.S.A. Lo tercero que hizo fue vender camisas a lo loco. Y lo cuarto que hizo fue pagar lo que debía y ganar mucho dinero.


Eduardo Galeano, El libro de los abrazos.

21 abril 2014

Porvenires

--¿Le preocupa, Borges, lo que habitualmente se denomina el porvenir de la humanidad?
--Mi preocupación sería vana; no modificaría el curso prefijado por los ángeles deficientes que urdieron esta guarangada que es el mundo que habitamos. Mi preocupación sería una petulancia.
--¿Adónde cree que va a parar el mundo?
--Lo único que sé es que va a parar a algo muy distinto del presente. Y pienso que cualquier presente es siempre bastante difícil.
--Ah, entonces al menos cree que el mundo va a desembocar en algo y no en el exterminio total.
--No, en el exterminio no creo. Por ejemplo, si pensamos en el siglo XIX vemos que fue muy distinto del XVIII y el XVIII muy distinto del XVII. De modo que el siglo XXI será muy distinto del XX.
--¿Distinto en qué?
--Posiblemente en el XXI a nadie le interesen las máquinas y no exista el periodismo... Posiblemente a nadie le interese la política, la arquitectura retorne a las casas bajas, los vehículos desaparezcan y los aviones se vuelvan innecesarios porque nos daremos cuenta de que no vale la pena andar de un lado para otro... Lo único que sabemos con certeza del porvenir o de los porvenires, es que serán distintos. Es cuestión de mirar hacia atrás: en la Edad Media y aún en el siglo XVII, la teología era la pasión de la gente; los campesinos en Escocia discutían sobre temas teológicos. Y ya vemos, ahora muy pocos discuten sobre teología. Del mismo modo es muy probable que los temas que hoy interesan, no interesen a nadie en el siglo XXI, por ejemplo las formas de gobierno. Creo y deseo que en el porvenir los políticos dejen de ser ridículos hombres públicos y no exista la política y que, con ello, desaparezcan las fronteras, esa cosa absurda. Además, en este mundo, los bienes deberían ser mejor repartidos, ¿no?
--Me alegra, me sorprende un poco escuchar esto de sus labios, Borges. Entonces no era cierto que el futuro no lo preocupa.
--Lo cierto es que mi preocupación de nada sirve. Yo puedo ahora blasfemar contra el desmedido cuello de la jirafa, pero eso no modificará a la jirafa.


Rodolfo Braceli, Borges-Bioy. Confesiones, confesiones. Sudamericana, Buenos Aires, 1998.

08 abril 2014

Inmortalidad

Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia.

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Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel.