20 diciembre 2011

Clases sociales



PADRE. -Vea. Antes las clases sociales eran dos. Aquí estaban los de arriba y aquí estaban los de abajo. Ahora no. Ahora todo está más entreverado. Ahora hay una escalera. (Ése es su argumento.) Eso es. Una escalera. Cada uno tiene un escalón. Unos están abajo de todo y otros arriba, pero hay un montón de escalones llenos de gente. Y todos luchan por subir y por no bajar, ¿comprende? Entonces no hay tiempo para otra cosa. El de abajo le hace cosquillas al de arriba, y el de arriba le tira patadas al de abajo. ¿Se da cuenta? De vez en cuando, alguno se escurre y sube; y otro pega un resbalón y cae. Pero ésas son excepciones.
TERE. - (Sin ninguna seguridad.) Claro...
PADRE. - (La mira, fríamente, enigmáticamente.) ¿Y le parece que eso está bien?
TERE. - Y...
PADRE. - Naturalmente. A usted todavía no le han hecho cosquillas.
TERE. - (Algo picada.) ¿Y a usted?
PADRE. - Yo ya no tengo.
TERE. - (Intenta salvar la situación.) ¡Qué gracioso!
PADRE. - (Continuando.) En mis tiempos, sacando algunos anarquistas y otros cuantos socialistas, todos vivían tranquilos. Los de arriba, contentos. Y los de abajo, bueno, los de abajo, al menos vivían resignados. Pero hoy en día... (Silbido de admiración.)
TERE. - (Aprovecha la oportunidad de opinar algo.) ¡Sí, si es terrible! Ya no se puede conseguir sirvienta...
PADRE. - (Frío y duro como el hielo.) No se puede conseguir sirvienta.
TERE. - (Agudo.) ¡No!
PADRE. - (Igual.) Qué barbaridad.
TERE. - (Igual.) ¡Una verdadera barbaridad!
PADRE. - Y usted... ¿Trabajaría de sirvienta?
TERE. - ¿Yo?... No sé por qué tendría que hacerlo.
PADRE. - Eso es lo que ellos también se han empezado a decir, ¿ve?



Carlos Gorostiza, El puente. Segundo movimiento del Primer Acto (fragmento).
Ed. Kapelusz. Buenos Aires,  1983.

25 noviembre 2011

El cumpleaños del reloj


Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.


Julio Cortázar, Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.
Historias de cronopios y de famas (1962)
Alfaguara. Buenos Aires, 2011.

19 noviembre 2011

El otro club



"[...] Entonces P. R. Deltoid hizo algo que yo jamás hubiese creído, un hombre que tenía como función convertirnos a los maluolos en chelovecos realmente joroschós, y sobre todo con los militsos alrededor. Se acercó un poco y escupió. Escupió. Me escupió en el litso, y después se limpió la rota húmeda y escupidora con el dorso de la ruca. Y yo me limpié y me limpié y me limpié el litso escupido con el tastuco ensangrentado, y le dije: -Gracias, señor, muchas gracias, señor, eso fue muy amable de su parte, señor, muchísimas gracias.- Y ahí P. R. Deltoid salió sin decir un slovo más.
Entonces los militsos se dedicaron a preparar una larga declaración que yo tendría que firmar; y yo pensé, infierno y basura, si ustedes bastardos están del lado del Bien, me alegro de pertenecer al otro club.[...]"


Anthony Burgess, La naranja mecánica (Cap. VII).
Ed. Minotauro, 2003.


* Glosario
- Maluolo: mal, malo
- Cheloveco: individuo
- Joroschó: bueno, bien
- Militso: policía
- Litso: cara
- Rota: boca
- Ruca: mano, brazo
- Tastuco: pañuelo
- Slovo: palabra

18 noviembre 2011

Cobra Woman



"No puedo ponerle fecha a aquella tarde. Sólo sé que fue en el cine Bijou, en Buenos Aires, que estaba en Pueyrredón a pocos metros de Córdoba.
En la pantalla María Montez ejecutaba movimientos crispados y sensuales (¿acaso histéricos y mecánicos?): una danza supuestamente sagrada durante la cual señalaba entre los fieles que la rodeaban a aquellos que sus esclavos harían morder inmediatamente por las cobras que acunaban en sus brazos. De pronto vi -recorte negro, brevísima imagen a contraluz sobre los colores brillantes de la película- una mano de mujer que descargaba violentamente el peso de una cartera sobre la cabeza de su vecino.
Hoy sé que ese film se llamaba Cobra Woman y no era en colores. La memoria pintarrajeó con el estridente technicolor de los años 40 el modesto negro y blanco de aquella confección de clase B que -me entero con cierta satisfacción morbosa- había escrito Richard Brooks, guionista y director de films "con conciencia social", y dirigido Robert Siodmak, refugiado del Tercer Reich.
Pero la reacción violenta de aquella mujer sin rostro ante el avance (¿tímido y gradual?, ¿demasiado impetuoso?) de su vecino ha quedado indeleble, menos en la memoria que en la imaginación del niño que la vio fugazmente superpuesta a las contorsiones mortíferas de una monarca apócrifa."


Edgardo Cozarinsky, El refugio de Eros, en Palacios plebeyos (pp. 61-62)
Ed. Sudamericana. Buenos Aires, 2006.

08 noviembre 2011

Sensaciones


"Congestionados, cara roja y caliente; pupilas dilatadas. Pulsación violenta en cerebro y carótidas. Violentas punzadas y lanzazos. Cefalea como sacudidas. A cada paso sacudida hacia abajo como si hubiera un peso en el occipital. Cuchilladas y punzadas. Dolor de estallido; como si se empujara el cerebro; peor agachándose, como si el cerebro cayera hacia afuera, como si fuera empujado hacia adelante, o los ojos estuvieran por salirse. (Como esto, como aquello; pero nunca como es de veras). Peor con los ruidos, sacudidas, movimiento, luz. Y de pronto cesa, la sombra y la frescura se la lleva en un instante, nos deja una maravillada gratitud, un deseo de correr y sacudir la cabeza, asombrarse de que un minuto antes..."


Julio Cortázar, Cefalea.
Bestiario (1951)
Alfaguara. Buenos aires, 2011.

18 octubre 2011

El mas grande de los hombres


"[...] La renga, pues, era uno de esos seres: una verdadera santa. Jamás había conocido yo una criatura tan digna de amor. Y para cautivarme más, tenía un alma de artista. Ella me hizo sentir y comprender a Beethoven. El misántropo genial se me reveló entonces en toda su grandeza.
-Yo no sé -insinuó Flores- si tú comprendes a Beethoven...
Le confesé, francamente, que Verdi me gustaba mil veces más. Ante tamaña declaración, mi amigo guardó silencio y enarcó las cejas, con un gesto de conmiseración infinita.
Entonces -siguió- desconoces las más sublimes emociones de que sea capaz el alma del hombre. La música de Beethoven es lo más estupendo que haya producido la mente humana.
Lo mismo dice un amigo mío de la de Wagner.
Es una herejía. El mismo Wagner reconoció la superioridad de Beethoven. Dice en una de sus obras que el arte y el carácter de Beethoven son los únicos que no logró profundizar; que pasarán siglos antes de que se consiga conocer a fondo lo inmenso de esa obra. Le llama "mago divino, que creó mundos de la nada".
Y con un ensañamiento de erudición que sólo en provincias se concibe, continuó Flores, tomando un libro de un estante:
Oye lo que acerca de Beethoven dice Teodoro de Wizewa:
"Cuando en horas de ensueño trato de imaginarme cuál fue el mas grande de los hombres, es siempre la soberana imagen de Beethoven la que se presenta ante mí, bañada por esa luz sobrenatural que flota alrededor de los ángeles y de los santos en los viejos cuadros alemanes... ¡Todo lo ha comprendido, todo lo ha sentido!"
Jorge -musité con voz débil- esta bien, está bien; me doy por vencido. Tenéis razón tú y el señor que dice eso.
Quería, simplemente, darte una idea de la grandeza de Beethoven. Pues bien, esta grandeza la abarqué en su plenitud oyendo a la renga interpretar durante horas y horas las sonatas inmortales. Hermanos en la desgracia, entre su alma y el alma del músico existía una identificación absoluta. Y así fue nuestro idilio; nosotros no nos dijimos nada; casi todo lo dijo Beethoven...
Hombre, es una solución para mí, que soy tan poco elocuente con las mujeres. [...]"



Enrique Méndez Calzada, Una pobrecita renga, en Y volvió Jesús a Buenos Aires (1926).
Librería Histórica. Buenos Aires, 2003.

01 octubre 2011

Lohengrín



"Cuando concebí y escribí el segundo acto, no escapó a mi perspicacia cuán importante sería, para la propia disposición de ánimo de los espectadores, demostrar que la alegría de Elsa ante las últimas palabras de Lohengrín no es en realidad total y sincera; el público debe sentir que Elsa, desesperada, trata de vencer sus dudas, y, en efecto, llegamos a temer que entregada a su cavilación sobre el origen y el nombre de Lohengrín, sucumbirá por fin, acabando fatalmente por hacer la pregunta vedada. En el trance de provocar este sentimiento general de temor, reside única y exclusivamente la necesidad de un tercer acto, en el cual se aclare la causa de ese temor. Sin él la ópera terminaría en el segundo acto, por que el problema principal no sólo ha sido discutido, sino satisfactoriamente resuelto."


Richard Wagner, carta a Liszt (1850)

J. C. Hadden, Vida y música de Wagner (pp. 92-93)
Editorial Semca, Buenos Aires, 1946.

17 agosto 2011

Los otros

"[...] Lo mismo que otras almas perdidas y absurdas, Fred sentía el impulso de ayudar a la gente, de suministrarle psicoterapia..., aunque de ese modo la destruyese. Y probablemente él era quien más la necesitaba. Cuidado, me dije, o dentro de poco querrás ayudar de ese modo a Fred. Archer, echa una ojeada a tu propia vida.
Pero preferí no hacerlo. Mi tema preferido de estudio eran los otros hombres -perseguidos en sus cuartos alquilados, hombres que envejecían y se aferraban a su virilidad antes de que cayese la noche, y se sintiesen súbitamente ancianos-. Si uno es el terapeuta, no necesita terapia, ¿verdad? Si uno es el cazador, no pueden cazarlo. ¿O sí?"



Ross MacDonald, en El martillo azul.
Ed. Sol 90, 2004.

19 julio 2011

Poema a la Clase Media
Daniel Cézare

Clase media
medio rica
medio culta
entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande

Desde el medio
mira medio mal
a los negritos
a los ricos
a los sabios
a los locos
a los pobres

Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che
medio también

En el medio de la nada
medio duda
como todo le atrae
(a medias)
analiza hasta la mitad
todos los hechos
y (medio confundida)
sale a la calle con media cacerola
entonces medio llega a importar
a los que mandan
(medio en las sombras)
a veces, solo a veces, se dá cuenta
(medio tarde)
que la usaron de peón
en un ajedrez que no comprende
y que nunca la convierte en Reina

Así, medio rabiosa
se lamenta
(a medias)
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanza
a entender
ni medio

04 julio 2011

Hombre y máquina

Saint-Exupéry describió esa hermosa sensación del piloto que está entrañablemente unido a su máquina, a su dócil criatura mecánica, a su hijo o hermano de acero y electricidad. Por que esos sueños de poderío, que según Freud nos hacen volar en las alturas, se realizan ahora de verdad en estos grandes pájaros que añoró Leonardo y que el hombre del siglo XX pudo por fin construir y manejar.
[...] mientras la máquina está a nuestro servicio, mientras está a nuestra escala y podemos revisar sus entrañas, montar y desmontar sus piezas, conocer sus secretos y participar de sus angustias y fallas, mientras podemos ayudarla a vivir, a ahorrarle calentamientos y fricciones, mientras podemos evitar sus sufrimientos de monstruo desvalido por sí mismo, mientras nos sentimos padre y madre de ella, hermano de sangre y hueso, hermano mayor, más comprensivo y más capaz, mientras todo eso sucede, la máquina no es jamás nuestro enemigo sino nuestra prolongación querida y a veces admirada, como son admiradas las hazañas de nuestros hijos o hermanos menores. Y ese sentimiento es más fuerte en los que se juegan la vida con su máquina, en los que tienen que confiar y confían en la fidelidad fraternal de su motor, en los aviadores. Por que así como en el peligro se forma entre los hombres esa hermandad del miedo, esa fraternidad de la pobreza de la condición humana, así también, y tal vez con mayor ternura, se forma y se fortalece entre el hombre y su máquina, hasta formar un solo cuerpo y espíritu, como únicamente puede acontecer entre los amantes.



Ernesto Sabato, en Hombres y engranajes (pp. 135-136)
Seix Barral. Buenos Aires, 2006.

01 julio 2011

Carta de un despechado



"Señorita: Lamento profundamente haberla conocido.
Es usted un ser despreciable, una mujer desalmada, una coqueta sin corazón. He buscado deliberadamente este encuentro para escupirle a la cara todo mi desprecio. No siento hacia usted más que odio, un odio salvaje. ¡Maldito sea el instante en que he tropezado con usted!"



Enrique Méndez Calzada, Una aventurilla galante, en Y volvió Jesús a Buenos Aires.
Librería Histórica. Buenos Aires, 2003.

27 junio 2011

Tiempo cósmico


"En nuestras grandes ciudades desapareció ya esa sensación del tiempo cósmico: nuestros altos edificios nos impiden seguir el crecimiento y el decrecimiento de la luna, la marcha de las constelaciones, la salida y la puesta del sol."



Ernesto Sabato, El paraíso mecanizado, en Hombres y engranajes.
Seix Barral. Buenos Aires, 2006.

12 junio 2011

Perdido

Aquella misma noche volvióse Jesús a los cielos, donde está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. "Por qué -se dijo- un mundo en que han muerto el espíritu de protesta, la dignidad humana, el espíritu de rebelión, la inquietud y la justicia; un mundo en que reinan la resignación, la cobardía y la docilidad, está perdido sin remisión y para siempre".
Y los bienaventurados le vieron llorar.


Enrique Méndez Calzada, Y volvió Jesús a Buenos Aires (1926).
Librería Histórica. Buenos Aires, 2003.

01 junio 2011

Sinceridad

"La gente nuova e i subiti guadagni
orgoglio e dismisura han generata,
Fiorenza, in te, sí che tu già ten piagni".

Cosí gridai con la faccia levata,
e i tre, che ciò inteser per risposta,
guardar l'un l'altro com'al ver si guata.

"Se l'altre volte sí poco ti costa"
rispuoser tutti "il satisfare altrui,
felice te se sí parli a tua posta!" 


(Gentes nuevas y súbitos aumentos
de riqueza, y orgullo y desmesura,
provocan, oh Florencia, tus lamentos.)

(Así grité, mirando hacia la altura;
se miraron los tres, con tal respuesta,
como quien la verdad temida apura.)

(Si responder con rapidez te cuesta
siempre tan poco -me dijeron luego-,
¡dichoso tú, que dices lo que sientes!*)


* Traducción alternativa: "¡feliz quien como tú se manifiesta!"


Dante Alighieri, Divina Comedia
Infierno, Canto XVI
Circulo de Lectores, Madrid, 2002.

22 mayo 2011

Fe vs Fanatismo

"La fe es la antítesis del fanatismo. La firmeza del genio es una suprema dignidad del propio Ideal; la falta de creencias sólidamente cimentadas convierte al mediocre en fanático. La fe se confirma en el choque con las opiniones contrarias; el fanatismo teme vacilar ante ellas e intenta ahogarlas. Mientras agonizan sus viejas creencias, Saúl persigue a los cristianos, con saña proporcionada a su fanatismo; pero cuando el nuevo credo se afirma en Pablo, la fe le alienta, infinita: enseña y no persigue, predica y no amordaza. Muere él por su fe, pero no mata; fanático, habría vivido para matar. La fe es tolerante: respeta las creencias propias en las ajenas. Es simple confianza en un Ideal y en la suficiencia de las propias fuerzas; los hombres de genio se mantienen creyentes y firmes en sus doctrinas, mejor que si éstas fueran dogmas o mandamientos. Permanecen libres de las supersticiones vulgares y con frecuencia las combaten: por eso los fanáticos les suponen incrédulos, confundiendo su horror a la común mentira con falta de entusiasmo por el propio Ideal. Todas las religiones reveladas pueden permanecer ajenas a la fe del hombre virtuoso. Nada hay más extraño a la fe que el fanatismo. La fe es de visionarios y el fanatismo de siervos. La fe es llama que enciende y el fanatismo es ceniza que apaga. La fe es una dignidad y el fanatismo es un renunciamiento. La fe es una afirmación individual de alguna verdad propia y el fanatismo es una conjura de huestes para ahogar la verdad de los demás."



José Ingenieros, IV. La moral del genio, en El hombre mediocre (pp. 282-283).
Ed. Losada. Buenos Aires, 2008.

16 mayo 2011

Immanuel

-¿Qué es esto?- exclamó el productor tras echar una ojeada a la primera página del guión-. ¿Está de pie y piensa? ¿Y por qué de noche?
-Piensa, por que así empieza todo. Y tiene que ser de noche, por que él debe ver las estrellas. En el libro lo pone claramente: "El cielo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral en el fondo de mi corazón."
Se trataba de una adaptación cinematográfica de la Crítica de la razón pura de Immanuel Kant.
-¡Está de pie! Pero si en una película tiene que haber movimiento, ¿es usted un principiante o qué? Que camine, al menos, o mejor que corra, sin aliento, por que tal vez alguien le persigue. Eso da dinamismo y despierta el interés del espectador. Puede ser de noche, si quiere.
-Pero si corre no piensa, por que no tiene tiempo.
El productor se sumió en sus pensamientos, como Kant hiciera en otro tiempo.
-Ya lo sé. Cambiaremos la situación. Kant está de pie en la barra de un bar, sin afeitar, por que tiene problemas. A ver, a ver. ¿Por qué lleva peluca? ¿Era calvo o qué?
-Es una película de época, histórica.
-¿Se ha vuelto loco? ¿Quiere hacer Los tres mosqueteros o qué? Lo trasladaremos a los tiempos modernos. Noche, un bar, varios tipos alrededor, ¿comprende? La vida misma.
-Pero ¿y qué pasa con las estrellas?
-Muy sencillo. En el bar hay un televisor, precisamente dan La guerra de las galaxias. Kant lo está mirando, o sea que ve las estrellas.
-¿Y la ley?
-¿Qué ley?
-"La ley moral en el fondo de mi corazón". Lo escribió claramente.
-No hay problema. El sheriff entra en el bar y Kant tiene miedo porque no tiene la conciencia limpia. Lo mejor será la droga.
Hojeó unas cuantas páginas del guión.
-¿"Imperativo categórico"? ¿Qué es eso? ¿Algo relacionado con el imperialismo? No estaría mal.
-No lo sé, pero me parece que se refiere a que se está obligado a hacer algo.
-Claro que se está obligado a hacer algo. A cambiar este guión. Aquí Kant dice: "Este es mi imperativo categórico", inmediatamente después de haberle dicho que no se casará con ella. Eso no puede ser, es muy flojo.
-¿Por qué muy flojo? Pero si ella le dispara.
-Pero el sexo normal ya no interesa a nadie. Kant tiene que ser al menos bisexual. Le añadiremos un sobrino.
-¿Por qué un sobrino?
-Por que será menor de edad. Kant es su tío y de paso tendremos también un incesto. Ahora todo cuadra: el sobrino es drogadicto, Kant le proporciona la droga y por eso tiene miedo del sheriff.
Terminamos la película en dos semanas. Se llamaba Mi nombre es la existencia, por que desde el principio se trataba de una película intelectual, por eso nos basamos en Kant. Pero a pesar de ello tuvimos un gran éxito de público. La popularización de la cultura empieza a salir a cuenta.



Slawomir Mrozek, Immanuel. Cuento de su libro El árbol.
Ed. Quaderns crema. Barcelona, 1998.

10 mayo 2011

Mujeres en la Percusión

Cuando los caballos del faraón, con
sus carros y sus jinetes, entraron en el
mar, Yahvé hizo que las aguas del mar
volvieran sobre ellos; en cambio, los isra-
elitas pasaron en seco por medio del mar.
María, la profetisa, hermana de Aarón 
tomó en sus manos un tamboril y
todas las mujeres la seguían con tambo-
riles y danzando. Y maría les entonaba:
"Cantad a Yahvé, espléndida es su gloria,
caballo y jinete arrojó en el mar."



Antiguo Testamento
Ex.15.19

01 mayo 2011

PAZ

Hasta que de pronto vio con asombro una lápida que decía:

Ernesto Sabato
Quiso ser enterrado en esta tierra
con una sola palabra en su tumba
PAZ

"Paz." Sí, seguramente era eso y quizá sólo eso lo que aquel hombre necesitaba, meditó. Pero ¿por qué lo había visto enterrado en Capitán Olmos, en lugar de Rojas, su pueblo verdadero? ¿Y qué significaba esa visión? ¿Un deseo, una premonición, un amistoso recuerdo hacia su amigo? Pero ¿cómo podía considerarse como amistoso imaginarlo muerto y enterrado? En cualquier caso, fuera como fuera, era paz lo que seguramente ansiaba y necesitaba, lo que necesita todo creador, alguien que ha nacido con la maldición de no resignarse a esta realidad que le ha tocado vivir; alguien para quien el universo es horrible, o trágicamente transitorio e imperfecto.



Ernesto Sabato, en Abaddón el exterminador (p. 428).
Seix Barral, 2006.

Dolor por la muerte de Ernesto Sabato - Lanacion.com.ar

27 abril 2011

Juventud (II)

Sí sí sí, eso era. La juventud tiene que pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal sino uno de esos muñecos malencos* que venden en las calles, pequeños chelovecos* de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellos itean* como si caminaran, oh hermanos míos. Pero itean* en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esas malencas* máquinas.


Anthony Burgess, La naranja mecánica (Cap. XXI).
Ed. Minotauro, 2003.


* Glosario
Malenco   pequeño, poco
Cheloveco   individuo
Itear   ir, caminar

12 abril 2011

El montaje del recuerdo y la ficción

–Bernard Shaw escribió que “las mejores autobiografías son confesiones. Pero si un hombre es un escritor profundo, entonces todas sus obras son confesiones.” ¿Hay algo de eso detrás de sus libros?
–Hay una parte de eso, pero a mí me gusta jugar mezclando cosas de mi experiencia vivida con otras completamente inventadas. Pero no lo hago como un recurso para esconder o disimular lo verdadero entre la ficción, sino que simplemente pienso que lo que uno imagina es parte de la experiencia, porque aquello que imagino corresponde a una parte de mí y otra persona imaginará otra cosa. Entonces, aún lo que yo imagino es parte de mi experiencia, de mi vivencia. Lo imaginario, lo inventado es tal vez como lo vivido.



–En uno de sus cuentos incluidos en el libro ¡Burundanga! escribió: “¡Ah, si ‘el amor que no osa decir su nombre’, hoy que ha osado decirlo pudiera dejar de vociferarlo por un instante…!” ¿Qué piensa de la mediatización de la homosexualidad?
–Creo que hay un lado positivo y otro negativo, de nuevo. Por un lado es espléndido que se termine con la discriminación. Por otro lado se convierte en una cosa políticamente correcta y como todo lo políticamente correcto, se vuelve un cliché. Durante mucho tiempo en las películas estadounidenses no se podía presentar a un negro como personaje negativo, porque era racista. Pasó mucho tiempo hasta que pudo presentarse a mafiosos negros. Ahora pasa lo mismo con los homosexuales: antes eran personajes ridículos, se asociaba homosexualidad con afeminamiento, eran caricaturas. Ahora todos los homosexuales son nobles, lindos, sufridos. Y va a pasar mucho hasta que vuelva a aparecer el homosexual malo y perverso como personaje de ficción. En el cine estoy hablando.
–¿Y en la realidad?
–En la realidad la ley del matrimonio universal, por ejemplo, a mí me parece totalmente ridícula, porque se ha luchado tanto tiempo por que se reconozca la diferencia y ahora se lucha por el derecho a la igualdad. Alguien me dijo hace poco, no recuerdo quién, que eso es totalmente cierto, pero que nadie obliga a los homosexuales a casarse, como nadie obliga a las mujeres a abortar ni a los matrimonios a divorciarse. Que si existe la ley de divorcio, la despenalización del aborto y la ley de matrimonio universal, se acabó la discriminación. Lo que pasa es que a mí el matrimonio me parece una institución funesta para todo el mundo.


–También escribió que los recuerdos en la memoria están ligados con el mismo mecanismo del montaje en las películas. Si una película puede montarse de mil maneras, ¿con los mismos recuerdos pueden montarse diferentes memorias?
–¡Uh, totalmente! Pero no de manera deliberada: la memoria va eligiendo. Así como cancela cosas que quiere borrar, va privilegiando otras. Los últimos años de vida de mi madre, en los que lentamente se iba hundiendo en la senilidad, yo le preguntaba cosas del pasado –algunas inverificables, porque eran anteriores a mi recuerdo– y lo que ella recordaba era distinto de lo que yo recordaba. Y no sé si era la senilidad o, al contrario, si recordaba muy bien y era mi memoria de adulto la que había cancelado cosas porque le resultaban incómodas. Cuando se realiza un montaje, uno elige algunas cosas y deja otras fuera. Es muy difícil saber hasta qué punto la memoria opera de ese modo.
–Entonces cuando uno escribe o hace cine, trabaja como esa memoria: uno elige qué conserva y qué descarta.
–Escribir es ir eligiendo, hacer un montaje. Lo ideal es que lo que se elige parezca la punta de un iceberg y que el lector sospeche que hay nueve décimas debajo. Eso le da cierto poder, cierta densidad a la ficción. Pero tiene que ver con distintas maneras de concebir la escritura. Para mí es escribir y después ordenar, cortar, cambiar de lugar. Montar, casi cinematográficamente. Y pienso que hay cosas que una vez que las escribo, me libero de ellas.




Fragmentos de la entrevista de Juan Pablo Cinelli a Edgardo Cozarinsky.
Publicada en diario Tiempo Argentino, el domingo 10 de abril de 2011.

09 abril 2011

Jarret

Si el jazz es siempre irrepetible, es posible que estas improvisaciones sin clichés de ninguna índole, sin esas fórmulas que actúan como las grampas y los clavos de los andinistas, para sujetarse a una idea, a una región armónica, a ciertos patrones rítmicos, lo sean en extremo. Que Jarrett, por la fuerza de su pathos, haya llegado allí a un punto de depuración –y de abismo– absolutamente único. En el libro Mi deseo feroz, que recoge una serie de conversaciones de Jarrett con Kunishiko Yamashita y Timothy Hill, el pianista habla de cómo quedarse en un acorde de La Menor y aceptar lo que ese acorde es, sin intentar disimularlo ni investirlo de ninguna pretensión. Habla también de evitar los lugares comunes, de no caer en esos movimientos casi automáticos que se hacen para embellecer un acorde. “Es fácil agregarle una sexta o una novena para que suene más atractivo o más jazzístico. Lo verdaderamente interesante es, en cambio, mantenerse ahí, dejarse ganar por el color del acorde hasta que uno sepa que de ahí puede ir a cualquier lado.”



No debe olvidarse, que Jarrett, a su manera –es decir, a la manera del mercado discográfico y de la producción de un sello como ECM, que Manfred Eicher creó casi a su imagen y semejanza (la de Jarrett)–, siempre tendió al wagnerianismo. En una época en que un álbum doble era un acontecimiento y los triples correspondían a los proyectos más descomunales de los grupos de rock más pretenciosos, Jarrett editaba dobles o triples como si nada y llegó a la desmesura de un álbum de diez discos de larga duración (la edición en CD abarca seis) con Sun Bear Concerts, grabado en 1976 en Kioto, Osaka, Nagoya, Tokio y Sapporo. Otra edición fuera de medida, los seis CD que cuentan todo (absolutamente todo) lo que sucedió en cada uno de los seis sets de cada uno de los shows que el trío dio en el Blue Note a lo largo de tres días de 1994, dan cuenta de la misma idea, fractalmente ampliada, de sus improvisaciones. Allí todo cuenta. Y Jarrett cuenta también –y es por cierto más interesante que la historia del abandono de su mujer y la fragilidad emocional en que esto lo sumió– la historia de esas historias.




Fragmentos de La búsqueda de la idea como una de las bellas artes, por Diego Fischerman.
Nota publicada el sábado 9 de abril de 2011 en el diario Página 12.
Link a la nota completa.

21 marzo 2011

El disco recordado: Master of Puppets (Metallica, 1986)

Hoy cualquiera habla de Metallica. Dicen: “¡Yeah, Metallica!”, hacen los cuernitos y ponen caras como de estar aguantando las ganas de ir al baño. Los que crecimos escuchando la banda (y otras igual o más tremendas) no podemos sino mirar todo eso con un poco de desdén, con la displicencia de quien ni siquiera se ha dignado a escuchar lo que llevan haciendo desde los ’90, apenas rock para pequeño burgueses. Y no lo hacemos porque sí: sabemos que antes de reencarnar en enemigos de Napster (¡qué amarga es la traición!), los Metallica eran Dios hecho distorsión. Ahí está Master of puppets, el mejor disco de metal de todos los tiempos, una sinfonía para batería, bajo, dos guitarras y voz, en los que cada tema es el movimiento preciso de una obra mayor. No es ruido, infeliz: es música, y nadie llegó más lejos en la música haciendo tanto ruido. Pero no se trata de ver quién espanta más viejas, sino de todo lo contrario. Se trata de decirle a quien quiera oír: “¡Ea! Acá hay cuatro compositores notables haciendo buena música.” En cuanto a los fanáticos de Slayer, que seguro van a saltar a hablar pavadas: los espero a todos en la puerta. Ustedes pagan la primera vuelta de lo que sea. Y a ver si alguno me regala Reign in blood, que no lo tengo (y me hace falta).



Juan Pablo Cinelli, Publicado el 20 de Marzo de 2011, en diario Tiempo Argentino.

18 marzo 2011

Educación

"Mientras la instrucción se limita a extender las nociones que la experiencia actual considera más exactas, la educación consiste en sugerir los ideales que se presumen propicios a la perfección."



José Ingenieros, "II. De un idealismo fundado en la experiencia", en La moral de los idealistas.
Ed. Losada, 2008.

10 marzo 2011

04 marzo 2011

Progreso

"En la meditación de viaje, oyendo silbar el viento entre las jarcias, la humanidad nos pareció como un velero que cruza el tiempo infinito, ignorando su punto de partida y su destino remoto. Sin velas, sería estéril la pujanza del viento; sin viento, de nada servirían las lonas más amplias. La mediocridad es el complejo velamen de las sociedades, las resistencias que éstas oponen al viento para utilizar su pujanza; la energía que infla las velas, y arrastra el buque entero, y lo conduce, y lo orienta, son los idealistas: siempre resistidos por aquélla. Así -resistiéndolos, como las velas al viento-, los rutinarios aprovechan el empuje de los creadores. El progreso humano es la resultante de ese contraste perpetuo entre masas inertes y energías propulsoras."



José Ingenieros, "VII. La vulgaridad", en El hombre mediocre (Cap. I)
Ed. Losada, Buenos Aires, 2008.

01 marzo 2011

Necesario

"Todo lo que existe es necesario."



José Ingenieros, "V. El espíritu conservador", en El hombre mediocre (Cap. I)
Ed. Losada, Buenos Aires, 2008.

26 febrero 2011

Fundas

"Desde que el hombre nace, su existencia se acompaña de un reptar, de un deslizarse, de un tránsito en las fundas de innumerables tejidos, paños, telas, que han de quedar unidos por siempre en la historia de su existencia. Del pañal primero al traje solemne que lleva en su entierro es un viaje de topo de camisa en camisa, de levita en levita, hasta penetrar -esta vez vestido por otro- en la funeraria.
Queda el recuerdo del flux verde de los días de penuria, que llegó a ser amarillo; queda el recuerdo del azul cruzado, inglés, que fue compañero de los primeros éxitos; y aquel, de esport, que llevaba cuando me declaré a Sonia; y aquel gris que me quité ante ella, mientras, ya desnuda, mordía un durazno. Y aquellos otros, acompañados de fechas, como los vinos de buenos años. Desde que abre los ojos hasta que los cierra -y aún después de cerrarlos- no hace el hombre más que desempeñar el papel de paraguas que tuviese varias fundas: fundas a las que, por lo demás, se atribuyen virtudes definidoras de condición, inteligencia y estado social."



Alejo Carpentier, fragmento de El derecho de asilo.
Ediciones Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1985.

21 febrero 2011

En el principio fue el ritmo

"El ritmo constituye en efecto la vida primitiva, visceral, instintiva de la música. Responde a una necesidad fundamental del hombre, impresionándole en sus fibras esenciales.
¿Por qué un motivo rítmico incansablemente repetido (como sucede, por ejemplo, en la música oriental) ejerce el poder de una droga? ¿Por qué los ritmos de un tam-tam surgiendo del susurro del bosque africano pueden hacer entrar en trance?
Tanto es así que uno de los más grandes percusionistas tradicionales africanos, Ghanaba, trastorna auditorías de miles de personas reduciendo a ritmos puros algunas de las más célebres partituras clásicas. Por sorprendente que pueda parecer esta opción, ello prueba que una obra musical despojada de todos sus elementos a excepción del ritmo mantiene una fuerza emocional.
Al analizar una partitura, nos fijaremos en el papel primordial que desempeña el ritmo: él es el pulso de la vida. Los niños negros tienen un sentido asombroso del ritmo. ¿Será por el hecho de que sus madres los llevan a la espalda mientras trabajan? Desde el nacimiento, se les ha habituado a vivir al ritmo de los pasos, de los gestos de la vida cotidiana; absorbiendo el movimiento. ¡Esos niños bailan desde que son capaces de tenerse en pie!
Es fascinante comprobar hasta qué punto la música, en su aspecto rítmico, es parte integrante de la vida. Y resulta sorprendente constatar cómo nuestros bebés, en cambio, muellemente paseados en cochecitos de niños -y alejados así de un ritmo vital- carecen de ese sentido innato."



Monique Deschaussées, "I. La música y la vida", en El intérprete y la música.
Ediciones Rialp, Madrid, 2002.

17 febrero 2011

El Primer Fuego

"La portentosa novedad era Dios. Dios, que se le había revelado en el tabaco encendido por la vieja, la víspera de su enfermedad. De súbito, aquel gesto de tomar la brasa del fogón y elevarla hacia el rostro -gesto que tantas veces hubiera visto perfilarse en las cocinas de su infancia- se le había magnificado en implicaciones abrumadoras. La mano traía, al sacar la lumbre, un fuego venido de lo más remoto, fuego anterior a la materia que por el fuego se consumía y modificaba -materia que sólo sería una posibilidad de fuego, sin una mano que la encendiera. Pero si ese fuego presente era una finalidad en sí, necesitaba de una acción anterior para alcanzarla. Y esa acción, de otra, y de otras anteriores, que no podían derivar sino de una Voluntad Inicial. Era menester que hubiera un origen, un punto de partida, una Capitular del fuego que, a través de las eras sin cuento, había iluminado las caras de los hombres. Y ese Primer Fuego no podía haberse encendido a sí mismo... Creyó vislumbrar, en todo, una parecida sucesión, un ineludible proceso de recibir energías de otra cosa; el mismo remontarse de los actos que, sin embargo, no podía ser infinito. Los hilos tenían que ir a parar, por fuerza, a la mano de un Propulsor primero, causa inicial de todo, detenido en la eternidad y dotado de la Suprema Eficiencia. El ateísmo de su padre le parecía absurdo, ahora, ante una imagen que tantas cosas explicaba, extrañándose de que otros no hubiesen pensado, antes que él, en demostrar la existencia de Dios por aquella iluminadora ocurrencia que había tenido ante una brasa."



Alejo Carpentier, fragmento de El acoso.
Ediciones Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1985.

11 febrero 2011

Los grandes temas

"[...] Me apasiono por los temas históricos por dos razones: por que para mí no existe la modernidad en el sentido que se le otorga; el hombre es a veces el mismo en diferentes edades y situarlo en su pasado puede ser también situarlo en su presente. La segunda razón es que la novela de amor entre dos o más personajes no me ha interesado jamás. Amo los grandes temas, los grandes movimientos colectivos. Ellos dan la más alta riqueza a los personajes y a la trama." (*)


Alejo Carpentier, en Confesiones sencillas de un escritor barroco, entrevista que el escritor cubano César Leante le hiciera a Carpentier; apareció en la revista Cuba, La Habana, abril de 1964.


(*) Véase también en este blog, un fragmento de Ernesto Sábato:
La Buona Letteratura: La novela y el cine: "'No hay temas grandes y temas pequeños, asuntos sublimes y asuntos triviales. Son los hombres los que son pequeños, grandes, sublimes o triviales...."

28 enero 2011

El Madrid literario del 1900

“[…] Vi que toda aquella gente ignoraba cuanto se puede ignorar de la Argentina. No tenían noticia ni de la existencia de uno solo de nuestros escritores de valer, a no ser de aquellos que habían pasado por Madrid, como Manuel Ugarte o Carlos Octavio Bunge. No es imposible que alguno conociera el nombre de Lugones, pero no le habían leído. Poetas célebres entre nosotros, como Rafael Obligado o José Hernández, eran ignorados por los escritores madrileños. Y lo peor me pareció su falta de curiosidad, pues jamás me preguntaron nada acerca de nuestra literatura, indiferencia que contrastaba con el interés de Marinetti, cuyas preguntas eran tan abundantes que debí quedarme un día más en Milán para contestárselas.
Tampoco me impresionó bien la superficialidad de las conversaciones. Jamás oí una frase profunda. Predominaba allí la afición al chiste, y no al chiste fino sino a aquel cuya gracia finca en la estupidez, al estilo del famoso: “el perro hace guau, el gato hace miau y el gas hace… tileno”. Horas y horas pasábanse esos poetas, críticos y cuentistas soltando gracias de semejante jaez, preguntando cuál era el colmo de esto o el colmo de lo otro. Si salían del inagotable tema era para hablar de toros o para despellejar a algún colega ausente.”


Manuel Gálvez, “XX. Intermedio madrileño (1906)”, en Recuerdos de la vida literaria; Amigos y maestros de mi juventud.

22 enero 2011

Juventud

"Es propio de los jóvenes el afirmar, y el afirmar violentamente. El hombre que desde los dieciocho años ha sido correcto, respetuoso, medido, ecuánime y sereno, nunca ha tenido juventud. Ha nacido viejo, es un académico nato. La personalidad se manifiesta por la afirmación enérgica, por la rebeldía, por la disconformidad. Cada generación tiene derecho a imponer sus puntos de vista, a revisar lo que hicieron sus antecesores, y para esto es preciso muchas veces ser agresivo, inclemente y hasta injusto y brutal."

Manuel Gálvez, "V. Los muchachos de aquel tiempo (1904)", en Recuerdos de la vida literaria; Amigos y maestros de mi juventud.

17 enero 2011

Dios

"Vos, ¿crees en Dios?", dijo continuando el diálogo que había iniciado yo, mi pensamiento. "No sé, yo querría que Dios existiese. Pero no estoy seguro. Tampoco estoy seguro de que Dios, si existe, vaya a estar conforme con nuestra credulidad a partir de algunos datos desperdigados e incompletos." "Pero si es tan claro. Vos te complicás por que querés que Dios tenga rostro, manos, corazón. Dios es un común denominador. También podríamos llamarlo la Totalidad. Dios es esta piedra, mi zapato, aquella gaviota, tus pantalones, esa nube, todo." "Y eso ¿te atrae? ¿Eso te conforma?". "Por lo menos, me inspira respeto." "A mí no. No puedo figurarme a Dios como una gran Sociedad Anónima."

Mario Benedetti, en La tregua.

13 enero 2011

Diarios


"En la segunda parte de mi festín, entran los diarios. Hay días en que los compro todos. Me gusta reconocer sus constantes. El estilo de cabriola sintáctica en los editoriales de El Debate; la civilizada hipocresía de El País; el mazacote informativo de El Día, apenas interrumpido por una que otra morisqueta anticlerical; la robusta complexión de La mañana, ganadera como ella sola. Qué diferentes y qué iguales. Entre ellos juegan una especie de truco, engañándose unos a otros, haciéndose señas, cambiando de parejas. Pero todos se sirven del mismo mazo, todos se alimentan de la misma mentira. Y nosotros leemos, y, a partir de esa lectura, creemos, votamos, discutimos, perdemos la memoria, nos olvidamos generosa, cretinamente, de que hoy dicen lo contrario de ayer, que hoy defienden ardorosamente a aquél de quien ayer dijeron pestes, y, lo peor de todo, que hoy ese mismo aquél acepta, orgulloso y ufano, esa defensa. Por eso prefiero la espantosa franqueza del Palacio Salvo, por que siempre fue horrible, nunca nos engañó, por que se instaló aquí, en el sitio más concurrido de la ciudad, y desde hace treinta años nos obliga a que todos, naturales y extranjeros, levantemos los ojos en homenaje a su fealdad. Para mirar los diarios, hay que bajar los ojos."

Mario Benedetti, en La tregua.

10 enero 2011

El médico

"Sábado 29 de Junio

Parece que lo de Esteban no es tan serio. La radiografía y los análisis desmintieron al médico y su mal agüero. A ese tipo le gusta aterrorizar, anunciar por lo menos la proximidad de graves complicaciones, de peligros indefinidos e implacables. Después, si la realidad no es tan tremenda, sobreviene una gran sensación de alivio, y el alivio familiar es por lo común el mejor clima posible para pagar sin fastidio, hasta con gratitud, una cuenta abusivamente alta. Cuando uno le pregunta al doctor, humildemente, casi con vergüenza, sintiendo claramente el bochorno de tocar un tema tan vulgar y grosero frente a quien sacrifica su vida y su tiempo por la salud del prójimo: "¿Cuánto es, doctor?", él dice siempre, acompañando sus palabras con un generoso y comprensivo gesto de incomodidad: "Por favor, amigo, ya habrá tiempo para hablar de eso. Y no se apure, que conmigo nunca va a tener problema." Y en seguida, para rescatar la dignidad humana de este sórdido bache, hace punto y aparte y se lanza a dictar cátedra sobre el caldito que mañana tomará el convaleciente.
Después, cuando al fin llega el tiempo de hablar de eso, viene la hinchada cuenta, sola, por correo, y uno se queda un poco turulato, ante la cifra, quizá porque en ese momento no está presente la sonrisa afable, paternal, franciscana, de aquel austero mártir de la ciencia."

Mario Benedetti, en La tregua.

02 enero 2011

Todo tiempo pasado fue mejor

"Me preguntó si yo creía que todo estaba mejor o peor que hace cinco años, cuando él se fue. "Peor", contestaron mis células por unanimidad. Pero luego tuve que explicar. Ufa, qué tarea.
Por que, en realidad, la coima siempre existió, el acomodo también, los negociados, ídem. ¿Que está peor, entonces? Después de mucho exprimirme el cerebro llegué al convencimiento de que lo que está peor es la resignación. Los rebeldes han pasado a ser semi-rebeldes, los semi-rebeldes a resignados. Yo creo que en este luminoso Montevideo, los dos gremios que han progresado más en estos últimos tiempos son los maricas y los resignados. "No se puede hacer nada", dice la gente. Antes sólo daba su coima el que quería conseguir algo ilícito. Vaya y pase. Ahora también da coima el que quiere conseguir algo lícito. Y esto quiere decir relajo total."


Mario Benedetti, en La tregua.