31 diciembre 2013

Inducir a la conformidad

La misma estructura de los medios de comunicación está diseñada para inducir a la conformidad con respecto a la doctrina establecida. Resulta imposible, durante un lapso de tres minutos entre anuncios, o en setecientas palabras, presentar pensamientos poco familiares o conclusiones sorprendentes con los argumentos y la evidencia necesarios para dotarlos de cierta credibilidad. La regurgitación de beaterías bien aceptadas no se enfrenta con ese problema.


Noam Chomsky, Ilusiones necesarias, Terramar, La Plata, 2007.

Leer

Leer, por lo pronto, es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual.

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Jorge Luis Borges, prólogo a la primera edición de Historia universal de la infamia. Buenos Aires, 27 de mayo de 1935.

16 diciembre 2013

El barniz

--Está aquí, bajo la piel --dijo al fin--. En nuestros genes... Sólo las reglas artificiales, la cultura, el barniz de las sucesivas civilizaciones mantienen al hombre a raya de sí mismo. Convenciones sociales, leyes. Miedo al castigo.
  El otro escuchaba atento, el cigarrillo humeante colgado de los labios. Entornó de nuevo los párpados.
  --¿Y Dios?... ¿Es usted creyente, señor Faulques?
  --No fastidie, hombre.
  Se volvió a medias. Su ademán abarcaba a la gente sentada en las terrazas o que paseaba junto al muelle, con sus bronceados y sus pantalones cortos y sus niños y sus perros.
  --Mírelos. Tan civilizados dentro de lo que cabe, mientras no les cueste demasiado esfuerzo. Pidiendo las cosas por favor, quienes todavía lo hacen... Métalos en un cuarto cerrado, prívelos de lo imprescindible, y los verá destrozarse entre sí.
  Markovic los miraba también. Convencido.
  --Lo he visto --asintió--. Por un trozo de pan, o un cigarrillo. Y no digamos por seguir con vida.
  --Por eso sabe, como yo, que cuando el desastre devuelve al hombre al caos del que procede, todo ese civilizado barniz salta en pedazos, y otra vez es lo que era, o lo que siempre ha sido: un riguroso hijo de puta.


Arturo Pérez-Reverte, El pintor de batallas, Punto de lectura, Madrid, 2007.

12 diciembre 2013

El bruto trabajador

Ha redoblado su actualidad, en todo este tiempo, el comentario que el propio Perón me hizo a propósito del general Onganía, en el curso de aquella entrevista. Me dijo: "En el ejército decimos que hay cuatro clases de militares: el inteligente trabajador, que es hombre que sirve, con ése no hay problema; el inteligente haragán, al que hay que hacerlo trabajar; el bruto haragán, con el que no hay problema porque no sirve para nada, y, por último, el bruto trabajador: ése es el peligroso. Ése es Onganía". Me dijo, también, que se acercaban horas muy duras: "Vea", me dijo, "éste es un bruto con ideas propias. Va a pelear. No se va a ir así nomás, no: va a provocar la guerra civil entre los nacionalistas y los colonialistas. Desde ya se puede calcular que esa guerra nos va a costar un millón de muertos a los argentinos. Porque hay una proporción que se mantiene en este tipo de guerras. Y en la Argentina tenemos más de veinte millones de habitantes: haga el cálculo."


Eduardo Galeano, Nosotros decimos no. Crónicas 1963-1988, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2013.

Conciencia alienada

La conciencia del país subdesarrollado es, por naturaleza, alienada. Siendo atrasada la estructura material que la sustenta, es sumisa por fuerza de los vínculos que la sujetan a las economías fuertes, de las que depende y que la explotan; siendo sumisa, es alienada, en el sentido de que no está en sí misma el origen de las decisiones referidas a su curso histórico. El fenómeno de la alienación, que es más general que el caso aquí considerado, toma rasgos particulares y se desdobla en varios aspectos específicos cuando lo examinamos desde la perspectiva de la dependencia particular que subyuga el país pobre a los más poderosos, que lo conducen. Se dice de un ser que es alienado cuando no está en posesión de su esencia; entre lo que es, como hecho, y lo que es, como esencia, media un intervalo que define la alienación. De este modo, lo que el ser es como esencia está, para él, distanciado, no se realizó aún su existencia real, sino que es un fin a alcanzar.


Álvaro Vieira Pinto, Consciência e realidade nacional, citado en Renato Ortíz, Otro territorio, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1996.

Por otros medios

La fuerza militar y su estrategia bélica de 'golpear y huir' prefiguraron, anunciaron y encarnaron aquello que realmente estaba en juego en el nuevo tipo de guerra de la época de la modernidad líquida: ya no la conquista de un nuevo territorio, sino la demolición de los muros que impedían el flujo de los nuevos poderes globales fluidos; sacarle de la cabeza al enemigo todo deseo de establecer sus propias reglas para abrir de ese modo un espacio -hasta entonces amurallado e inaccesible- para la operación de otras armas (no militares) del poder. Se podría decir (parafraseando la fórmula clásica de Clausewitz) que la guerra de hoy se parece cada vez más a 'la promoción del libre comercio mundial por otros medios'.


Zygmunt Bauman, Modernidad líquida, FCE, Buenos Aires, 2004.

Realidad reducida

La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición.


Eduardo Galeano, Cinco siglos de prohibición del arcoiris en el cielo americano, en Ser como ellos y otros artículos, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2013.