29 mayo 2014

Sólo

En la soledad, donde uno se remite a su propia compañía, se muestra lo que cada cual tiene en su interior. En ella solloza el zopenco vestido de púrpura bajo el lastre de su mísera individualidad, mientras el hombre inteligente puebla el más árido desierto con sus pensamientos.

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Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de saber vivir, Punto de lectura, Buenos Aires, 2011.

27 mayo 2014

El talento de la cicatería

A Billy Sánchez no le habría alcanzado la vida para descifrar los enigmas de ese mundo fundado en el talento de la cicatería. Nunca entendió el misterio de la luz de la escalera que se apagaba antes de que él llegara a su piso, ni descubrió la manera de volver a encenderla. Necesitó media mañana para aprender que en el rellano de cada piso había un cuartito con un excusado de cadena, y ya había decidido usarlo en las tinieblas cuando descubrió por casualidad que la luz se encendía al pasar el cerrojo por dentro, para que nadie la dejara encendida por olvido. La ducha, que estaba en el extremo del corredor y que él se empeñaba en usar dos veces al día como en su tierra, se pagaba aparte y de contado, y el agua caliente, controlada desde la administración, se acababa a los tres minutos. Sin embargo, Billy Sánchez tuvo bastante claridad de juicio para comprender que aquel orden tan distinto del suyo era de todos modos mejor que la intemperie de enero, y se sentía además tan ofuscado y solo que no podía entender cómo pudo vivir alguna vez sin el amparo de Nena Daconte.

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Gabriel García Márquez, El rastro de tu sangre en la nieve.

19 mayo 2014

No hay arte sin interés

Existe la utilidad como factor del origen e intención del arte.
El significado de la utilidad es aquí mucho más amplio y diverso que una utilidad comúnmente considerada económica y empírica. Lo útil compete a los fenómenos como el alma, el pensamiento, la satisfacción intelectual, el regocijo, la fruición. El placer de la pertenencia también concierne a lo útil... Allí se entrelaza con otro concepto: el interés.
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No hay arte sin interés, pues precisamente este ingrediente estimula la fuerza del deseo, esta fuerza que provoca la perpetua búsqueda por el objeto amado. "Amamos aquello que no tenemos", confirma Platón. El interés visceral del arte reside justo en esta cuestión: nunca se posee, siempre se escapa a otros territorios para que el hombre se abra hacia él, insatisfecho y esperanzado, y que siga buscándolo para siempre.
La verdadera obra de arte nunca podrá ser un medio de satisfacción: con mayor o menor fuerza insta al receptor a avanzar en la ruta del deseo.


Marta Zátonyi, Arte y creación, Capital intelectual, Buenos Aires, 2007.