28 enero 2011

El Madrid literario del 1900

“[…] Vi que toda aquella gente ignoraba cuanto se puede ignorar de la Argentina. No tenían noticia ni de la existencia de uno solo de nuestros escritores de valer, a no ser de aquellos que habían pasado por Madrid, como Manuel Ugarte o Carlos Octavio Bunge. No es imposible que alguno conociera el nombre de Lugones, pero no le habían leído. Poetas célebres entre nosotros, como Rafael Obligado o José Hernández, eran ignorados por los escritores madrileños. Y lo peor me pareció su falta de curiosidad, pues jamás me preguntaron nada acerca de nuestra literatura, indiferencia que contrastaba con el interés de Marinetti, cuyas preguntas eran tan abundantes que debí quedarme un día más en Milán para contestárselas.
Tampoco me impresionó bien la superficialidad de las conversaciones. Jamás oí una frase profunda. Predominaba allí la afición al chiste, y no al chiste fino sino a aquel cuya gracia finca en la estupidez, al estilo del famoso: “el perro hace guau, el gato hace miau y el gas hace… tileno”. Horas y horas pasábanse esos poetas, críticos y cuentistas soltando gracias de semejante jaez, preguntando cuál era el colmo de esto o el colmo de lo otro. Si salían del inagotable tema era para hablar de toros o para despellejar a algún colega ausente.”


Manuel Gálvez, “XX. Intermedio madrileño (1906)”, en Recuerdos de la vida literaria; Amigos y maestros de mi juventud.

22 enero 2011

Juventud

"Es propio de los jóvenes el afirmar, y el afirmar violentamente. El hombre que desde los dieciocho años ha sido correcto, respetuoso, medido, ecuánime y sereno, nunca ha tenido juventud. Ha nacido viejo, es un académico nato. La personalidad se manifiesta por la afirmación enérgica, por la rebeldía, por la disconformidad. Cada generación tiene derecho a imponer sus puntos de vista, a revisar lo que hicieron sus antecesores, y para esto es preciso muchas veces ser agresivo, inclemente y hasta injusto y brutal."

Manuel Gálvez, "V. Los muchachos de aquel tiempo (1904)", en Recuerdos de la vida literaria; Amigos y maestros de mi juventud.

17 enero 2011

Dios

"Vos, ¿crees en Dios?", dijo continuando el diálogo que había iniciado yo, mi pensamiento. "No sé, yo querría que Dios existiese. Pero no estoy seguro. Tampoco estoy seguro de que Dios, si existe, vaya a estar conforme con nuestra credulidad a partir de algunos datos desperdigados e incompletos." "Pero si es tan claro. Vos te complicás por que querés que Dios tenga rostro, manos, corazón. Dios es un común denominador. También podríamos llamarlo la Totalidad. Dios es esta piedra, mi zapato, aquella gaviota, tus pantalones, esa nube, todo." "Y eso ¿te atrae? ¿Eso te conforma?". "Por lo menos, me inspira respeto." "A mí no. No puedo figurarme a Dios como una gran Sociedad Anónima."

Mario Benedetti, en La tregua.

13 enero 2011

Diarios


"En la segunda parte de mi festín, entran los diarios. Hay días en que los compro todos. Me gusta reconocer sus constantes. El estilo de cabriola sintáctica en los editoriales de El Debate; la civilizada hipocresía de El País; el mazacote informativo de El Día, apenas interrumpido por una que otra morisqueta anticlerical; la robusta complexión de La mañana, ganadera como ella sola. Qué diferentes y qué iguales. Entre ellos juegan una especie de truco, engañándose unos a otros, haciéndose señas, cambiando de parejas. Pero todos se sirven del mismo mazo, todos se alimentan de la misma mentira. Y nosotros leemos, y, a partir de esa lectura, creemos, votamos, discutimos, perdemos la memoria, nos olvidamos generosa, cretinamente, de que hoy dicen lo contrario de ayer, que hoy defienden ardorosamente a aquél de quien ayer dijeron pestes, y, lo peor de todo, que hoy ese mismo aquél acepta, orgulloso y ufano, esa defensa. Por eso prefiero la espantosa franqueza del Palacio Salvo, por que siempre fue horrible, nunca nos engañó, por que se instaló aquí, en el sitio más concurrido de la ciudad, y desde hace treinta años nos obliga a que todos, naturales y extranjeros, levantemos los ojos en homenaje a su fealdad. Para mirar los diarios, hay que bajar los ojos."

Mario Benedetti, en La tregua.

10 enero 2011

El médico

"Sábado 29 de Junio

Parece que lo de Esteban no es tan serio. La radiografía y los análisis desmintieron al médico y su mal agüero. A ese tipo le gusta aterrorizar, anunciar por lo menos la proximidad de graves complicaciones, de peligros indefinidos e implacables. Después, si la realidad no es tan tremenda, sobreviene una gran sensación de alivio, y el alivio familiar es por lo común el mejor clima posible para pagar sin fastidio, hasta con gratitud, una cuenta abusivamente alta. Cuando uno le pregunta al doctor, humildemente, casi con vergüenza, sintiendo claramente el bochorno de tocar un tema tan vulgar y grosero frente a quien sacrifica su vida y su tiempo por la salud del prójimo: "¿Cuánto es, doctor?", él dice siempre, acompañando sus palabras con un generoso y comprensivo gesto de incomodidad: "Por favor, amigo, ya habrá tiempo para hablar de eso. Y no se apure, que conmigo nunca va a tener problema." Y en seguida, para rescatar la dignidad humana de este sórdido bache, hace punto y aparte y se lanza a dictar cátedra sobre el caldito que mañana tomará el convaleciente.
Después, cuando al fin llega el tiempo de hablar de eso, viene la hinchada cuenta, sola, por correo, y uno se queda un poco turulato, ante la cifra, quizá porque en ese momento no está presente la sonrisa afable, paternal, franciscana, de aquel austero mártir de la ciencia."

Mario Benedetti, en La tregua.

02 enero 2011

Todo tiempo pasado fue mejor

"Me preguntó si yo creía que todo estaba mejor o peor que hace cinco años, cuando él se fue. "Peor", contestaron mis células por unanimidad. Pero luego tuve que explicar. Ufa, qué tarea.
Por que, en realidad, la coima siempre existió, el acomodo también, los negociados, ídem. ¿Que está peor, entonces? Después de mucho exprimirme el cerebro llegué al convencimiento de que lo que está peor es la resignación. Los rebeldes han pasado a ser semi-rebeldes, los semi-rebeldes a resignados. Yo creo que en este luminoso Montevideo, los dos gremios que han progresado más en estos últimos tiempos son los maricas y los resignados. "No se puede hacer nada", dice la gente. Antes sólo daba su coima el que quería conseguir algo ilícito. Vaya y pase. Ahora también da coima el que quiere conseguir algo lícito. Y esto quiere decir relajo total."


Mario Benedetti, en La tregua.