27 noviembre 2010

A la antigua

¡Oh, señora: gentil dama de mis noches!,
¡oh, señora, mi señora!, yo le ruego
que abandone esa romántica novela,
orgullosa favorita de sus dedos.

Que abandone sus historias de aventuras,
donde hay citas, donde hay dueñas y escuderos,
callejuelas y sombríos embozados
y tizonas y amorosos devaneos;

acechanzas del camino y estocadas
de cadetes o gallardos mosqueteros,
y, amador noble y rendido de su reina,
algún Buckingham lujoso y altanero.

Que abandone, le repito, su romance,
su romance mentiroso, pues confieso
que me enoja la atención que le dispensa,
con agravio de mis quejas y mis celos.

De mis celos, sí, lo digo, tal me tienen
las hazañas del cuitado caballero,
a quien sueña usted, señora, contemplando
sus balcones, con la escala de Romeo.

¡Oh, señora, mi señora!, son las doce...
¿Hasta cuándo piensa usted seguir leyendo?
¡Hay valor en su tenaz indiferencia
que no teme los peligros del silencio!...

Son las doce: ya se aprontan los aleves,
los galantes forajidos de los besos,
a cruzar la callejuela de unos labios
donde anoche asesinaron al Ensueño...

¡Ay, entonces, de las bocas asaltadas
por los rojos embozados del Deseo!
¡Ay de usted, señora mía, si la encuentran...
¡Que la salve su hazañoso caballero!



A la antigua, poesía de Evaristo Carriego.

25 noviembre 2010

El rebaño...

"Lo que es realmente valioso en el espectáculo de la vida humana no es, en mi opinión, el estado político, sino el individuo sensible y creador, la personalidad; solo eso crea lo noble y lo sublime, mientras que el rebaño en cuanto tal, se mantiene torpe en el pensamiento y torpe en el sentimiento.
Este tema me lleva al peor producto de la vida de rebaño, al sistema militar, el cual detesto. Que un hombre pueda disfrutar desfilando a los compases de una banda es suficiente para que me resulte despreciable. Le habrán dado su gran cerebro solo por error; le habría bastado con médula espinal desprotegida. Esta plaga de la civilización debería abolirse lo más rápidamente posible. Ese culto al héroe, esa violencia insensata y todo ese repugnante absurdo que se conoce con el nombre de patriotismo. ¡Con qué pasión los odio! ¡Qué vil y despreciable me parece la guerra! Preferiría que me descuartizasen antes de tomar parte en actividad tan abominable. Tengo tan alta opinión del género humano que creo que este espantajo habría desaparecido hace mucho si los intereses políticos y comerciales, que actúan a través de los centros de enseñanza y de la prensa, no corrompiesen sistemáticamente el sentido común de las gentes."

Albert Einstein, en El mundo tal como yo lo veo, ensayo recopilado en el libro Mis ideas y opiniones.

21 noviembre 2010

The Best of... Las pasiones de René

Dejo a continuación, una recopilación de los fragmentos que más me llamaron la atención de Las pasiones del alma, de René Descartes.

"No hay ninguna pasión que no sea revelada por alguna acción de los ojos." [Art. 113]

"La languidez es una disposición a relajarse y a evitar cualquier movimiento, disposición que se siente en todos los miembros (del cuerpo)." [Art. 119]

"Por lo general, la pasión que causa la languidez es el amor, unido al deseo de una cosa cuya adquisición no se imagina posible en lo inmediato." [Art. 120]

"[...] es más importante rechazar las cosas que perjudican, y pueden destruir, que adquirir las que añaden alguna perfección sin la cual se puede subsistir." [Art. 137]

"[...] ni siquiera el odio al mal puede incitarnos a ninguna acción a la que no nos incite mejor aún el amor al bien." [Art. 140] (a mi entender, esta frase contradice a la anterior, pero ya es tarde para preguntarle a don René qué quizo decir...)

"[...] a veces es mejor una falsa alegría que una tristeza cuya causa sea verdadera. [...]
Cuando el odio es justo, nos aleja de la cosa que contiene el mal y de la que es bueno estar distante; mientras que el amor injusto nos une a cosas que pueden ser nocivas o, al menos, que no merecen tanta consideración por nuestra parte, lo que nos envilece y rebaja." [Art. 142]

"[...] cualquiera que haya vivido de tal forma que su conciencia no pueda reprocharle que haya dejado nunca de hacer todas las cosas que ha juzgado como lo mejor (que es a lo que aquí llamo seguir la virtud), recibe de ello una satisfacción que es tan poderosa para hacerle feliz que ni los más violentos efectos de las pasiones tienen nunca poder suficiente para perturbar la tranquilidad de su alma." [Art. 148]

"[...] es seguro, sin embargo, que la buena instrucción sirve mucho para corregir los defectos de nacimiento, y que, si nos ocupamos a menudo de considerar lo que es el libre albedrío, y las grandes ventajas de él, y también, por otro lado, de cuán vanas e inútiles son todas las preocupaciones que socavan a los ambiciosos, podemos excitar en nosotros mismos la pasión y, luego, adquirir la virtud de la generosidad, que es como la clave de todas las demás virtudes, y un remedio general contra todos los desajustes de las pasiones." [Art. 161]

"La irresolución es también una especie de temor que, manteniendo el alma como en equilibrio entre varias acciones que puede hacer, provoca que no ejecute ninguna, y así tenga tiempo para escoger antes de decidirse. En esto, la irresolución tiene su parte verdaderamente buena. Pero cuando se prolonga más de lo preciso, y obliga a emplear en deliberaciones el tiempo requerido para actuar, resulta muy mala. [...] Por eso, el remedio contra este exceso es acostumbrarse a formar juicios seguros y determinados respecto a todas las cosas que se presentan, y creer que siempre cumplimos con nuestro deber cuando hacemos lo que juzgamos mejor, aunque tal vez sea un juicio equivocado." [Art. 170]

"La cobardía es directamente opuesta al valor, y es una languidez o frialdad que le impide al alma consagrarse a la ejecución de las cosas que haría si estuviera exenta de esta pasión." [Art. 174]

"[...] Y como la cobardía solo proviene de que no tenemos bastante esperanza o deseo, solo hay que aumentar estas dos pasiones en nosotros mismos para corregirla" [Art. 175] (jaja, que fácil!...)

"El escarnio o burla es una especie de alegría mezclada con odio, que proviene del descubrimiento de algún pequeño mal en una persona que consideramos digna de sufrirlo." [Art. 178]

"Y vemos que los que tienen defectos muy patentes, por ejemplo, los que son cojos, bizcos, jorobados, o los que han recibido alguna afrenta pública, están particularmente inclinados a la burla. Ya que desean ver a los demás tan desgraciados como ellos, se regocijan mucho de los males que les afligen y consideran que se los merecen." [Art. 179]

"Y no es deshonesto reírse al escuchar las burlas de otro; incluso pueden ser de tal calidad que no reírse sería un exceso de gravedad. Pero cuando es uno el que se burla, es más decoroso abstenerse de reír para así no parecer sorprendido por las cosas que decimos, o que admiramos nuestra habilidad para inventarlas. Y esto hace que aún sean más sorprendentes para los que las escuchan." [Art. 181] (Este fragmento debería incluirse en el manual del Buen Contador de Chistes).

"Cuando se desea para sí mismo ese bien y se nos impide tenerlo por que otros menos dignos de él lo poseen, esto hace que la pasión se vuelva más violenta, y no deja de ser excusable, con tal que el odio que contiene se dirija solamente contra la mala distribución del bien que se envidia, y no contra las personas que lo poseen o lo distribuyen." [Art. 183] (Sobre la Envidia)

"Por otra parte, no hay ningún vicio que sea tan nocivo para la felicidad de los hombres como la envidia. Pues los que lo padecen, además de afligirse a sí mismo, también perturban poderosamente el placer de los demás." [Art. 184]

"Aquí hay una diferencia con los hombres comunes, que compadecen a los que se lamentan porque piensan que los males que sufren son muy enojosos, mientras que el principal objeto de compasión de los grandes hombres es la debilidad de aquellos que ve quejarse, pues piensan que ningún accidente que pueda sobrevenir es un mal tan grande como la cobardía de los que no son capaces de sufrirlo con constancia." [Art. 187]

"De ahí que este vicio (la Ingratitud) solo se da en los hombres brutales y tan tontamente arrogantes que piensan que todo les es debido; o en los estúpidos, que no reflexionan sobre los favores que reciben; o en los débiles y abyectos que, percibiendo su deformidad y su desvalimiento, buscan rastreramente la ayuda de los demás y, tras recibirla, los odian, pues, dado que no tienen intención de corresponderles, o desesperan de poder hacerlo, y puesto que se imaginan que todo el mundo es tan mercenario como ellos y que nadie hace el bien más que con la esperanza de ser recompensado, creen haberlos engañado." [Art. 194]

"[...] Pero como no hay nada que la haga más excesiva que el orgullo, creo que la generosidad es el mejor remedio que podemos encontrar contra estos excesos, pues, al lograr que tengamos en poca estima todos los bienes que nos pueden arrebatar, y que, al contrario, amemos la libertad y el dominio absoluto de nosotros mismos, dominio que perdemos cuando cualquiera puede ofendernos, la generosidad hace que solo sintamos desprecio o, como mucho, indignación por las injurias que suelen ofender a otros." [Art. 203]

"[...] aunque la gente juzga muy mal, sin embargo, como no podemos vivir sin ella y nos importa disfrutar de su estima, a menudo debemos seguir sus opiniones, y no las nuestras, en lo relativo a nuestros actos públicos." [Art. 206]

"[...] todo lo que se presenta a la imaginación tiende a engañar al alma [...]" [Art. 211]

18 noviembre 2010

Música contemporánea


"-Al fin -exclamó Michel-, vamos a hacer un poco de música.
-Sobre todo nada de música moderna -dijo Jacques-, es demasiado difícil...
-De entender, sí -respondió Quinsonnas-; por que de hacer, no.
-¿Cómo puede ser eso?- preguntó Michel.
-Me explico -dijo Quinsonnas-, y voy a apoyar mis palabras con un ejemplo asombroso. Michel, tómate la molestia de abrir el piano.
El joven obedeció.
-Bien. Ahora, siéntate sobre el teclado.
-¿Cómo? ¿Quieres que...?
-Siéntate, te digo.
Michel se dejó caer sobre las teclas del instrumento y éste produjo una armonía desgarradora.
-¿Sabes qué estás haciendo? -le preguntó el pianista.
-¡No tengo la menor duda!
-Inocente, estás haciendo armonía moderna.
-¿De verdad? -dijo Jacques.
-¡Esto es lisa y llanamente un acorde de nuestros días! [...]"


Fragmento de París en el Siglo XX, novela temprana del gran Jules Verne, escrita en 1863. Todo un visionario, don Julio...