26 febrero 2011

Fundas

"Desde que el hombre nace, su existencia se acompaña de un reptar, de un deslizarse, de un tránsito en las fundas de innumerables tejidos, paños, telas, que han de quedar unidos por siempre en la historia de su existencia. Del pañal primero al traje solemne que lleva en su entierro es un viaje de topo de camisa en camisa, de levita en levita, hasta penetrar -esta vez vestido por otro- en la funeraria.
Queda el recuerdo del flux verde de los días de penuria, que llegó a ser amarillo; queda el recuerdo del azul cruzado, inglés, que fue compañero de los primeros éxitos; y aquel, de esport, que llevaba cuando me declaré a Sonia; y aquel gris que me quité ante ella, mientras, ya desnuda, mordía un durazno. Y aquellos otros, acompañados de fechas, como los vinos de buenos años. Desde que abre los ojos hasta que los cierra -y aún después de cerrarlos- no hace el hombre más que desempeñar el papel de paraguas que tuviese varias fundas: fundas a las que, por lo demás, se atribuyen virtudes definidoras de condición, inteligencia y estado social."



Alejo Carpentier, fragmento de El derecho de asilo.
Ediciones Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1985.

21 febrero 2011

En el principio fue el ritmo

"El ritmo constituye en efecto la vida primitiva, visceral, instintiva de la música. Responde a una necesidad fundamental del hombre, impresionándole en sus fibras esenciales.
¿Por qué un motivo rítmico incansablemente repetido (como sucede, por ejemplo, en la música oriental) ejerce el poder de una droga? ¿Por qué los ritmos de un tam-tam surgiendo del susurro del bosque africano pueden hacer entrar en trance?
Tanto es así que uno de los más grandes percusionistas tradicionales africanos, Ghanaba, trastorna auditorías de miles de personas reduciendo a ritmos puros algunas de las más célebres partituras clásicas. Por sorprendente que pueda parecer esta opción, ello prueba que una obra musical despojada de todos sus elementos a excepción del ritmo mantiene una fuerza emocional.
Al analizar una partitura, nos fijaremos en el papel primordial que desempeña el ritmo: él es el pulso de la vida. Los niños negros tienen un sentido asombroso del ritmo. ¿Será por el hecho de que sus madres los llevan a la espalda mientras trabajan? Desde el nacimiento, se les ha habituado a vivir al ritmo de los pasos, de los gestos de la vida cotidiana; absorbiendo el movimiento. ¡Esos niños bailan desde que son capaces de tenerse en pie!
Es fascinante comprobar hasta qué punto la música, en su aspecto rítmico, es parte integrante de la vida. Y resulta sorprendente constatar cómo nuestros bebés, en cambio, muellemente paseados en cochecitos de niños -y alejados así de un ritmo vital- carecen de ese sentido innato."



Monique Deschaussées, "I. La música y la vida", en El intérprete y la música.
Ediciones Rialp, Madrid, 2002.

17 febrero 2011

El Primer Fuego

"La portentosa novedad era Dios. Dios, que se le había revelado en el tabaco encendido por la vieja, la víspera de su enfermedad. De súbito, aquel gesto de tomar la brasa del fogón y elevarla hacia el rostro -gesto que tantas veces hubiera visto perfilarse en las cocinas de su infancia- se le había magnificado en implicaciones abrumadoras. La mano traía, al sacar la lumbre, un fuego venido de lo más remoto, fuego anterior a la materia que por el fuego se consumía y modificaba -materia que sólo sería una posibilidad de fuego, sin una mano que la encendiera. Pero si ese fuego presente era una finalidad en sí, necesitaba de una acción anterior para alcanzarla. Y esa acción, de otra, y de otras anteriores, que no podían derivar sino de una Voluntad Inicial. Era menester que hubiera un origen, un punto de partida, una Capitular del fuego que, a través de las eras sin cuento, había iluminado las caras de los hombres. Y ese Primer Fuego no podía haberse encendido a sí mismo... Creyó vislumbrar, en todo, una parecida sucesión, un ineludible proceso de recibir energías de otra cosa; el mismo remontarse de los actos que, sin embargo, no podía ser infinito. Los hilos tenían que ir a parar, por fuerza, a la mano de un Propulsor primero, causa inicial de todo, detenido en la eternidad y dotado de la Suprema Eficiencia. El ateísmo de su padre le parecía absurdo, ahora, ante una imagen que tantas cosas explicaba, extrañándose de que otros no hubiesen pensado, antes que él, en demostrar la existencia de Dios por aquella iluminadora ocurrencia que había tenido ante una brasa."



Alejo Carpentier, fragmento de El acoso.
Ediciones Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1985.

11 febrero 2011

Los grandes temas

"[...] Me apasiono por los temas históricos por dos razones: por que para mí no existe la modernidad en el sentido que se le otorga; el hombre es a veces el mismo en diferentes edades y situarlo en su pasado puede ser también situarlo en su presente. La segunda razón es que la novela de amor entre dos o más personajes no me ha interesado jamás. Amo los grandes temas, los grandes movimientos colectivos. Ellos dan la más alta riqueza a los personajes y a la trama." (*)


Alejo Carpentier, en Confesiones sencillas de un escritor barroco, entrevista que el escritor cubano César Leante le hiciera a Carpentier; apareció en la revista Cuba, La Habana, abril de 1964.


(*) Véase también en este blog, un fragmento de Ernesto Sábato:
La Buona Letteratura: La novela y el cine: "'No hay temas grandes y temas pequeños, asuntos sublimes y asuntos triviales. Son los hombres los que son pequeños, grandes, sublimes o triviales...."