08 julio 2014

El arco rival

Los españoles no pueden entenderlo, aferrados al tomo rectangular de la Academia, donde han registrado marco como denominación oficial, remiten la cuestión a un asunto de ángulos y geometrías. No pasa por ahí, claro. Porque la oposición no es de forma --lo recto y quebrado versus lo curvo-- sino de sentido. El marco español es apenas la parte externa de una entidad mayor y vulgar, la puerta, la portería, con su consabido y burocrático portero --"Villa estrella su cabezazo en el marco de la portería de Casillas", dirá un castizo relator--, mientras nuestro arco nombra otro tipo de cosa, una totalidad celebratoria de triunfo y desfile que es a la vez el hueco y los límites que lo configuran.
Son actitudes que el lenguaje revela: arco es algo precisamente hecho para ser atravesado, está enfrente, es el arco rival; la puerta está hecha para poder cerrarse y debe ser defendida, es la puerta propia. Por imposición lingüística o por tradición estratégica, se puede afirmar que los equipos españoles se paran en la cancha delante de su portería; por el contrario --al menos teóricamente--, los argentinos lo hacen frente al arco rival.


Juan Sasturain, La patria transpirada.
Buenos Aires, Sudamericana, 2010. 

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