14 marzo 2012

Eppur si muove

A Galileo le presentaron la fórmula de abjuración que debió leer en voz alta: "Yo, Galileo, hijo del difunto Vicenzo Galilei, florentino, de setenta años de edad, emplazado en persona ante este tribunal y arrodillado ante vos, eminentísimos y reverendos señores cardenales inquisidores generales contra la depravación herética en la eterna comunidad cristiana, teniendo ante mis ojos y tocando con mis manos el Santo Evangelio, juro que siempre he creído, creo, y con la ayuda de Dios creeré en el futuro todo lo que es sostenido, predicado y enseñado por la Santa Católica y Apostólica Iglesia" (Koestler, Los sonámbulos, nota p. 491). Así comenzaba la abjuración. La prisión consistió en un confinamiento; el más largo fue el último que se efectuó en su casa de Florencia.


Galileo fue procesado a los setenta años, más que por herejía, por desobedecer órdenes. En rigor, la teoría de Copérnico nunca fue declarada herética formalmente. En su cautiverio, Galileo escribió, en forma clandestina, una obra fundamental: Discursos y demostraciones matemáticas en torno de dos Nuevas Ciencias, publicada en Leyden, Holanda, en 1638. Las dos ciencias eran la resistencia de materiales y la dinámica, y en el libro se describe la ley de caída libre y su aplicación a los proyectiles. Galileo murió en 1642, a los setenta y ocho años, el mismo año del nacimiento de Newton, rodeado de sus discípulos Castelli, Torricelli y Viviani. El epitafio de su tumba, que se halla en la Iglesia de Santa Croce en Florencia, cerca de las de Miguel Ángel y Maquiavelo, reza: "eppur si muove" (y sin embargo se mueve), las famosas palabras que Galileo, por lo menos en el juicio, parece no haber pronunciado nunca.



Marcelo Leonardo Levinas, Las imágenes del universo.
Siglo XXI Editores. Buenos Aires, 2006.

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