26 febrero 2011

Fundas

"Desde que el hombre nace, su existencia se acompaña de un reptar, de un deslizarse, de un tránsito en las fundas de innumerables tejidos, paños, telas, que han de quedar unidos por siempre en la historia de su existencia. Del pañal primero al traje solemne que lleva en su entierro es un viaje de topo de camisa en camisa, de levita en levita, hasta penetrar -esta vez vestido por otro- en la funeraria.
Queda el recuerdo del flux verde de los días de penuria, que llegó a ser amarillo; queda el recuerdo del azul cruzado, inglés, que fue compañero de los primeros éxitos; y aquel, de esport, que llevaba cuando me declaré a Sonia; y aquel gris que me quité ante ella, mientras, ya desnuda, mordía un durazno. Y aquellos otros, acompañados de fechas, como los vinos de buenos años. Desde que abre los ojos hasta que los cierra -y aún después de cerrarlos- no hace el hombre más que desempeñar el papel de paraguas que tuviese varias fundas: fundas a las que, por lo demás, se atribuyen virtudes definidoras de condición, inteligencia y estado social."



Alejo Carpentier, fragmento de El derecho de asilo.
Ediciones Libros de tierra firme, Buenos Aires, 1985.

1 comentario:

  1. En las ciencias humanas se habla mucho, y desde hace mucho tiempo, de "representación": éxito debido, indudablemente, a la ambigüedad del término. Por una parte, la represetación lo es de la realidad representada, de modo que evoca su ausencia; por otra, hace visible la realidad, y por ello sugiere su presencia. Pero esta contraposición fácilmente podría deshacerse: en el primer caso, la representación está presente, aunque sólo sea como equivalente; en el segundo, termina remitiendo, por contraste, a la realidad ausente que pretende representar. No me entretendré en este molesto juego de espejos. Tengo suficiente con dar a entender qué han podido encontrar en el término "representación", una y otra vez, en tiempos recientes, los críticos del positivismo, los postmodernistas escépticos, los cultivadores de la metafísica de la ausencia.
    La oscilación entre sustitución y evocación mimética ya figura, como observó Roger Chartier, en la représentation del Dictionnaire universel de Furetière (1690). Se citan en él tanto los maniquíes de cera, de madera o de cuero que se colocaban sobre el catafalco real durante los funerales de los soberanos franceses o ingleses como el lecho fúnebre vacío y cubierto por un lienzo mortuorio que aún más antiguamente "representaba" al difunto soberano. La voluntad mimética presente en el primer caso estaba ausente en el segundo, pero en ambos se hablaba de "representaciones". Tal es nuestro punto de partida.

    Carlo Ginzburg, Ojazos de madera (capítulo III, La Representación: la palabra, la idea, la cosa).

    ResponderEliminar