31 julio 2010

Pensamientos de Philip Marlowe


"El reloj indicaba las 10:56. Lo que significaba que había estado durmiendo durante veinte minutos.
Un sueño de veinte minutos. Una linda siesta. En ese período había dejado escapar a unos delincuentes y había perdido ocho mil dólares. Bueno, ¿y por qué no? En veinte minutos se puede hundir un acorazado, voltear tres o cuatro aviones, realizar una doble ejecución. Se puede morir, casarse, incendiarse, conseguir un trabajo, hacerse sacar un diente, hacerse extraer las amígdalas. En veinte minutos uno incluso puede levantarse a la mañana. Se puede conseguir un vaso de agua en un night club... quizás.
Veinte minutos de sueño. Es un largo rato. Especialmente en una noche fría y al aire libre. Empecé a temblar."

"Me levanté, fui al lavamanos en el rincón y me eché agua fría en la cara. al cabo de un momento me sentí un poco mejor, pero muy poco. Necesitaba un trago, necesitaba un seguro de vida muy grande, necesitaba vacaciones, necesitaba una casa de campo. Lo que tenía era un sobretodo, un sombrero y una pistola. Me los puse y salí del cuarto."


Raymond Chandler, fragmentos de Adiós, muñeca, en la brillante traducción de César Aira.

No hay comentarios:

Publicar un comentario