30 julio 2010

La educación de los hijos

-Perdonalo Alfonso.
-No, no lo perdono nada.
-Ay yo no sé.
-No lo perdono. No.
-Pero es que ya es mucho.
-No; qué es mucho. El que la sigue es él.
-Pero es chico, vida.
-Qué chico ni chico, que aprenda ahora. Yo también fui chico si es por eso.
-Sí, pero ahora es distinto.
-Mirá, Clarita, terminemos, yo no lo perdono ni mierda, tampoco lo voy a ir a hablar.
-Lo que pasa es que vos sólo pensás en vos, ¿y yo? A mí que me parta un rayo. ¿Te creés que me gusta que vienen y me preguntan por la calle?
-Vos por que das bola, además, la educación de los hijos cada uno la hace como se le canta.
-Es que ya va a perder el año, te lo dije Alfonso, me habló la señorita.
-Peor es que pierda el respeto por su padre, si pierde un año ya lo va a recuperar, no es idiota el chico, creo ¿no?
-Yo no, no sé, lo único que te digo es que no veo las horas de verlo de nuevo.
-Y yo también, ¿qué te creés?, ya va a salir te digo, ya va a salir.
-Sí, lo mismo dijiste en octubre y todavía está ahí.
-Es que vos no tendrías que haberle llevado comida. Te lo dije...
-Pero Alfonso, ¡se iba a morir!
-¡Qué mierda se va a morir, ya ibas a ver cómo salía!
-Pero no se puede hacer eso, después de todo, como dice mamá, por una soncera.
-Tu mamá que no se meta en esto, además lo que pueda decir me importa un huevo.
-¡Alfonso!
-Me importa un huevo, si está reblandecida yo no tengo la culpa.
-No pensabas así cuando le pediste plata.
-Yo sabía que iba a salir lo de la plata, sí, sabía que eso le iba a dar excusa para meterse en todo lo que no le importa.
-¡Qué no le importa, es el nieto y se está muriendo de hambre!
-Si se está muriendo de hambre que se joda, en Saigón, por ahí, se mueren miles de pibes de hambre, ¿o no leés los diarios vos?
-Acá no es Saigón, y si allá se mueren de hambre yo no voy a permitir que acá mi hijo se muera de hambre.
-Vos no te preocupés, ya va a salir, no podrá resistir mucho más.
-¿Te parece bien eso?, que tu hijo se coma el algodón, los elásticos, ¿te parece?, que se coma el cotín.
-Ya también se le va a terminar, ¿vos lo viste?
-Ayer lo ví.
-¿Cómo está?
-No lo vi mucho, estaba oscuro.
-Hubieras prendido la luz.
-No. Grita. Le hace mal la luz. Vos no crees pero, ¿no se estará quedando ciego?
-¡Pero mirá con lo que salís ahora. ¿qué? ¿vas a hacer un drama porque el otro boludo caprichoso se metió ahí y no quiere salir?
-Pero grita.
-Que grite ¡qué joda!, tanto tiempo a oscuras a cualquiera le molesta la luz.
-Y la señorita dijo que no iba a venir...
-¿Y quién la llamó?
-Yo, como la otra vez vino...
-¿Y a qué vino?
-A decirle a ver si salía, que volviera al colegio, que los compañeritos lo extrañaban.
-¿Y el otro?
-Que no, que no y que no.
-No la llamés más a esa boluda.
-No seas así, ahora dijo que no venía por que le duele la cintura y no puede estar mucho agachada, además que le da no sé qué verlo así.
-Y también el olor.
-Claro Alfonso, el olor, nosotros no nos damos ya cuenta, pero la gente, la gente sí. Imagináte tanto tiempo haciendo caca y pis ahí abajo. Ay, Dios mío, Alfonso por favor, yo no sé, vos también.
-Yo también nada, si caga y mea ahí abajo dejálo, que se joda, tirá creolina, kerosén.
-No le puedo tirar Alfonso, entendé, mirá si se infesta, creo que está lastimado, que se clavó una astilla en la rodilla.
-Mulas, son mulas para que le tengamos lástima.
-¿Y cómo no le vas a tener lástima, Alfonso? Es chico.
-¿Y él tiene lástima cuando hace las perrerías que hace? ¿Tiene lástima? Así se va a educar. Va a ver.
-Yo no sé, si no sale para las Fiestas yo llamo a alguien, no sé, o agarro y me vuelvo loca.
-Perdé cuidado que va a salir, ya en diciembre esa pieza es un fuego. Vas a ver cómo sale cuando se achicharre ahí abajo, muerto de hambre y entre la caca recalentada.
-¿Y si no sale Alfonso?
-Si no sale ya veremos, no te preocupés, yo tampoco quiero paras las Fiestas sin él.


Roberto Fontanarrosa, La educación de los hijos, insólito cuento del libro Los trenes matan a los autos.

1 comentario: