28 marzo 2014

No se hace dedo así nomás

--[...] Ahí tenés que hacer dedo. Pero yo te voy a decir cómo.
  Daniel le miró los ojos vidriosos. Hacía una pausa después de cada cosa que decía, como si les diera tiempo a las palabras para que se acomodaran en la cabeza del otro.
  --No hacés dedo así nomás en el medio de la ruta. Tenés que ir a donde frenan los autos y los camiones y preguntarles si te pueden llevar. Eso de hacer dedo en el medio de la ruta es un bolazo de las películas. El tipo que viene a ciento sesenta está en otra dimensión, no va a frenar para llevar a un loco que camina en el medio del campo, ¿me entendés? Vos vas a una estación de servicio o a algún lugar donde están frenados, y les preguntás si te pueden llevar. Los que más te llevan son los camioneros. Si ves que el camionero es paraguayo, no te subís, son delincuentes. Y de noche le metés pata, ni pierdas tiempo. De noche nadie se anima a llevar gente, así que te conviene caminar. Yo una vuelta, sin darme cuenta, caminé de Holt hasta cerca de los puentes. Cuando aclaró y vi dónde estaba, no lo podía creer. Si la pegás y te lleva uno derecho a Buenos Aires, en medio día estás ahí. Si el que maneja te conversa, conversás; si ves que se queda callado, cerrás el pico. A mí uno, como me puse muy preguntón, cuando paró en una estación de servicio y yo fui a echar una meada, me dejó plantado. --El gordo Carboni miró hacía un costado como recordando y se rió.-- Si habré andado por ahí.[...]

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Pedro Mairal, Una noche con Sabrina Love, Aguilar, Buenos Aires, 1998.

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