18 octubre 2011

El mas grande de los hombres


"[...] La renga, pues, era uno de esos seres: una verdadera santa. Jamás había conocido yo una criatura tan digna de amor. Y para cautivarme más, tenía un alma de artista. Ella me hizo sentir y comprender a Beethoven. El misántropo genial se me reveló entonces en toda su grandeza.
-Yo no sé -insinuó Flores- si tú comprendes a Beethoven...
Le confesé, francamente, que Verdi me gustaba mil veces más. Ante tamaña declaración, mi amigo guardó silencio y enarcó las cejas, con un gesto de conmiseración infinita.
Entonces -siguió- desconoces las más sublimes emociones de que sea capaz el alma del hombre. La música de Beethoven es lo más estupendo que haya producido la mente humana.
Lo mismo dice un amigo mío de la de Wagner.
Es una herejía. El mismo Wagner reconoció la superioridad de Beethoven. Dice en una de sus obras que el arte y el carácter de Beethoven son los únicos que no logró profundizar; que pasarán siglos antes de que se consiga conocer a fondo lo inmenso de esa obra. Le llama "mago divino, que creó mundos de la nada".
Y con un ensañamiento de erudición que sólo en provincias se concibe, continuó Flores, tomando un libro de un estante:
Oye lo que acerca de Beethoven dice Teodoro de Wizewa:
"Cuando en horas de ensueño trato de imaginarme cuál fue el mas grande de los hombres, es siempre la soberana imagen de Beethoven la que se presenta ante mí, bañada por esa luz sobrenatural que flota alrededor de los ángeles y de los santos en los viejos cuadros alemanes... ¡Todo lo ha comprendido, todo lo ha sentido!"
Jorge -musité con voz débil- esta bien, está bien; me doy por vencido. Tenéis razón tú y el señor que dice eso.
Quería, simplemente, darte una idea de la grandeza de Beethoven. Pues bien, esta grandeza la abarqué en su plenitud oyendo a la renga interpretar durante horas y horas las sonatas inmortales. Hermanos en la desgracia, entre su alma y el alma del músico existía una identificación absoluta. Y así fue nuestro idilio; nosotros no nos dijimos nada; casi todo lo dijo Beethoven...
Hombre, es una solución para mí, que soy tan poco elocuente con las mujeres. [...]"



Enrique Méndez Calzada, Una pobrecita renga, en Y volvió Jesús a Buenos Aires (1926).
Librería Histórica. Buenos Aires, 2003.

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