¡Oh, tú!... ¡Tú, que no injuriaste la vida subordinando el amor, que es su esencia, a los convencionalismos corrientes; tú, que espontáneamente corriste a rendirle la ofrenda de tu plétora vivificante, tú, que supiste vivirla, amarla y crearla... tú eres la belleza, la verdad; eres el bien!...
Florencio Sánchez, M'hijo el dotor.
La Plata, Terramar, 2005.
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