02 septiembre 2010

Cuidacoches



"[...] La vigilancia de los coches tiene un acentuado carácter de trabajo casero realizado al aire libre, y es de imaginar la perplejidad de este portero de casitas de juguete a quien se le van los inquilinos dentro. Pero, en resumen, lo que les importa a los cuidadores de coches es el espacio y no el cuerpo que lo ocupa. Él tiene dividido in mente el vacío de que dispone, de modo que cuando los autos van llegando trata de colocarlos en las casillas de su cabeza.
Nada tiene esto que ver con la ciudad ni con el tráfico; precisamente él es el guardián de un garage sin puertas ni paredes ni techo situado en una zona neutral. Lo que alquila el cuidador es un trozo de pavimento con su caja de nada correspondiente y que pertenece al municipio. A eso vino a quedar reducida la enfiteusis de Rivadavia. En el momento de arribar el coche comienzan sus funciones, consistentes en indicar por señales, ademanes y visajes que parecen actuar directamente sobre el volante y el acelerador, según la acción a distancia de los hipnotizadores. El conductor está durante esos instantes a sus órdenes, sea gerente de Banco, de casa cerealista o magistrado. Utiliza un código de señales que tampoco existe y que es interpretado de inmediato automáticamente por el conductor, que mirándolo a él ve como en un espejo lo que tiene detrás y a los costados [...]"


Ezequiel Martínez Estrada, en La cabeza de Goliat.

1 comentario:

  1. jajaja, muy buena explicación! otra forma de ganarse la vida sin tener profesión, estudios ni permiso de nadie para poder sobrevivir. Es lo bueno de la gran ciudad, da para todo!

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